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"Se lo podré contar a mis hijos". Quien habla con ONCE es Santiago Rivera, autor del 3-0 al Benfica en el estreno del BBVA. A 4 años de un grito olvidado.

Por Adrián Maldonado | FOTO:

Jueves 01 de agosto de 2019

Muchos siguen recordando a César Montes por ser el primer jugador que gritó en el Estadio BBVA, pero aquel partido contra el Benfica también fue redondo para otro chavo. Santiago Rivera nunca olvidará la noche del 2 de agosto de 2015, cuando decretó el 3-0 ante los portugueses. Ese letal y perfecto cabezazo será algo que le contará a sus hijos. A cuatro años de un gol perdido. Olvidado por algunos, pero no por el protagonista.

Luego del tanto de Montes llegó el de Funes Mori, de penal. A la fiesta de estreno le faltaba uno más y ese estuvo a cargo de Rivera, que clavó un cabezazo imposible para Júlio César. El legendario arquero brasileño estiró sus 1.87m, pero fue testigo en primera fila. "Lo sentí mucho ese gol, nunca se me va a olvidar ni a mí ni a mi familia. Muy emocionado por ser parte de, a lo mejor, una parte pequeña del estadio. El día de mañana, cuando crezcan mis hijos, yo les podré contar de que el día que se inauguró el BBVA yo me hice presente con un gol", le contó Santiago a ONCE.

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Fue canterano rayado desde la categoría Sub 17 y ahora vive la otra cara de la moneda, fuera de las canchas, enfocado en su núcleo familiar y esperanzado de, en algún futuro cercano, volver al futbol como entrenador. Ya está realizando el curso el ENDIT y sabe que deberá "picar piedra". Además tiene el título en Licenciatura en Educación con acentuación bilingüe. A todo eso se le suma ese gol que marcó hace exactamente cuatro años.

"Inolvidable, así fue para mí también esa noche. Fueron cosas que había vivido y justo fue como una revancha para mí volver a Primera División. Tuve una lesión, cosas extra cancha que, regresar aunque sea en un partido amistoso, pero la inauguración del estadio, para mí fue algo muy importante", agregó desde el otro lado del teléfono.

Rivera Molina, de 27 años y quien por ese entonces tenía 23, comenzaba a darse a conocer entre la afición albiazul. Hizo su debut en la Liga MX el 2 de marzo de 2013 en un partido contra Querétaro bajo la mano de Víctor Manuel Vucetich. Sin embargo, la jugada que lo puso en el radar fue aquel cabezazo contra los portugueses.

El entrenador Antonio Mohamed le dio minutos como relevo para acompañar al argentino Rogelio Funes Mori, quien apenas se había integrado al equipo. Al minuto 80 y ya con el 2-0 a su favor, Barrera puso su segunda asistencia del día centrando un balón al de Guaymas, quien se alzó para meterle fuerza y dirección a la pelota. "Lo recuerdo perfectamente. Pablo desborda, engancha para adentro y saca un centro de zurda. Justo me cae la pelota a mí en el manchón penal y logro rematar muy bien", rememoró, llevando la mirada a aquella noche calurosa de agosto.

El grito eufórico y desesperado del playera 20 fue más allá de un festejo ordinario. No solo por anotar su nombre en la historia del BBVA, sino porque representó un alivio, casi como volver a debutar tras superar una lesión en la rodilla derecha que lo alejó cerca de año y medio del protagonismo. "Llegó el Turco y yo ya estaba rehabilitado, recuperándome. Fue él quien me vio y me jaló. Siento como que volví a debutar porque yo ya no veía fácil volver a jugar. Cuando fue el gol, todo eso se me vino a la cabeza, más allá de que convertir en el nuevo estadio fue bonito", destacó.

¿Qué fue de ti?

"Ya tengo aproximadamente como dos años que dejé el futbol profesional y ahora con una vida normal, de cualquier persona, dedicada a su familia y a su trabajo. Siempre voy a estar muy agradecido con el Club de Futbol Monterrey por habernos apoyado e impuslado a seguir nuestros estudios".

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Después del futbol, ¿qué hiciste?

"Cuando terminé de jugar fui maestro en una preparatoria y a su vez también era coach en una escuela de futbol en Monterrey. Conforme fue pasando el tiempo me salí de la preparatoria, me fui inclinando más al lado deportivo, que era lo que más me gustaba y apasionaba. Sabía que podía encontrar un futuro en esto".

¿A qué te dedicas?

"Terminé mi carrera y gracias a eso, luego de retirarme como profesional, pude encontrar trabajo en lo que yo estudié (Licenciatura en Educación con acentuación bilingüe). Ahorita estoy en el curso de entrenador en el ENDIT, porque sí tengo el deseo de, en algún futuro, volver a las canchas no como jugador, sino como entrenador. Lo dejo en un futuro a largo plazo porque se requiere de mucha preparación".

Santi se fue de Rayados en 2016 a probar suerte con los Cafetaleros de Tapachula en el Ascenso MX: jugó 11 partidos por el Clausura 2017, pero sólo tres de ellos fueron como titular, e hizo apenas un gol. Pasó a las filas de los Alacranes de Durango, en la Liga Premier, por el resto del año. Apenas tuvo seis partidos y fue entonces cuando decidió separarse de lo que más quería: el balón, ese mismo que ingresó en el arco de Júlio César y del Benfica.

Después de Rayados, ¿las lesiones te retiraron?

"No, yo llegué hasta donde pude, pero no tuvo nada que ver la rodilla. Después de que yo quedé bien, jamás volví a tener un problema. Ya no quedas igual, pero en lo absoluto me impidió jugar. Yo lo dejé porque ya estaba fastidiado, no quería seguir bajando de categoría. Siempre me visualicé en Primera División y cuando ya vi que las cosas no funcionaban y le daba y no me alcanzaba, fue el momento en que decidí dejarlo".

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En esa búsqueda de ser entrenador, ¿es una ventaja empezarlo a tu corta edad?

"Viene siendo lo mismo o hasta más complicado. Si como jugador son tantos puestos en un equipo, como técnico es solamente uno. Es trazarse metas y tratar de buscar lo que a uno le gustó. Ahora sí que estoy tranquilo, enfocado en mi familia, pero tengo eso en mente esa visión a futuro. Como jugador y como entrenador es picar piedra, empezar desde abajo, que lo tengo bien claro".

¿Cómo te sientes con la decisión de haberte retirado?

"Estoy bien, estoy estable. Llegó un partido en mi vida donde dije: 'di todo lo que tuve'. Yo estoy tranquilo, no estoy frustrado ni mucho menos. Hasta donde me dio... Yo sé que siempre fui una persona entregada en todo. A lo que sigue, no se acaba el mundo. Sí es un giro muy distinto y es a veces complicado, pero no me costó mucho esa adaptación a la vida normal".

A cuatro años de un gol que quedó grabado a fuego en la historia del BBVA, Santiago Rivera se prepara para su segunda etapa en el deporte. Sin los reflectores que sí tuvieron Montes y Funes Mori desde aquel domingo, pero con la convicción de que su mejor partido apenas está por comenzar.

Fotografía: Mexsport

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