Miércoles 26 de abril de 2023

La resiliencia es una palabra muy usada en estos tiempos y la psicología la atribuye a aquellas personas que son capaces de adaptarse a situaciones adversas con resultados positivos. Esa definición podría describir sin problemas a Luis Quiñones, quien supo poner la otra mejilla a tanto abucheo y sigue siendo uno de los futbolistas más determinantes que tiene Tigres.

La dependencia del colombiano fue notoria en lo que va de Concachampions. Aguantó cuando la gente se la agarró contra él, agachó la cabeza y se dedicó a dar vuelta la situación. Fue el que más asistió y también aportó dos goles en los tres encuentros que se disputó.

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Y tiene una historia de amor-odio con la gente de Tigres. Tuvo que salir a préstamo dos veces antes de poder asentarse en el primer equipo con Ricardo Ferretti. El 2019 fue el año de su explosión y a partir de ahí nunca más volvió a salir.

Algo tiene a su favor: todos los entrenadores lo eligieron. El Tuca casi siempre lo colocó de titular, salvo un tiempo en el que estuvieron peleados; Miguel Herrera hizo que le renovaran el contrato cuando ya tenía decidido marcharse del club; para Diego Cocca era el jugador más peligroso; Chima Ruiz nunca lo sacó, a pesar de tener un bajo rendimiento y Siboldi terminó de recuperarlo.

Hace cuatro años que todo el desequilibrio que Tigres pueda generar surge en los pies de Quiñones. Por derecha o por izquierda, por el medio. Con Gignac, con Ibáñez o hasta con Diente López. Con el delantero que le pongan, el zurdo seguramente lo asistió.

El 2023 no arrancó de la mejor manera para él, porque fue protagonista de la mano de Diego Cocca, pero apenas el DT se marchó a la Selección Mexicana, también llegó su bajón futbolístico. El público lo castigó duro, lo abucheó cada vez que pudo, y los números demostraron la importancia del colombiano en estos felinos.

Fue el más determinante en Conca, porque aportó tres goles y cuatro asistencias, para un equipo que marcó nueve tantos en lo que va del certamen. Es decir, participó en siete de ellos. La dependencia a todo lo que da.

LA CUARTA FUE LA VENCIDA

No todo fue color de rosas para Quiñones en su arribo a Tigres, porque apenas llegó a Monterrey, fue prestado a Pumas para que dispute el Clausura 2016. Un torneo más tarde, regresó a San Nicolás, pero volvió a marcharse para el Apertura 2017, precisamente a Lobos BUAP.

Apenas estuvo un certamen y lo mandaron a Toluca, allí fue finalista con los choriceros cuando cayeron en la Final contra Santos en el Clausura 2018 y eso fue pergamino suficiente para tener un lugar en el primer equipo de Ricardo Ferretti.

En el Clausura 2019 arribó otra vez a Tigres y empezó a ganarse su espacio como extremo. Durante un tiempo fue una fija, con él, por un lado, y Javier Aquino por otro. Así conquistó su primer título en México y se convirtió en el futbolista actual.

LAS MALAS

Como pasó cosas buenas, también hubo otras, no tanto. Indisciplinas, como la vez que el Tuca lo castigó varios partidos sin ni siquiera convocarlo. O cuando se negó a viajar al amistoso por querer un aumento de contrato, a pesar de haber renovado recientemente.

Esas cuestiones, las cuales trascendieron y se hicieron públicas, se sumaron a las situaciones que se dieron en la cancha. Un futbolista tan talentoso, curiosamente, fue expulsado demasiadas veces. En Tigres recibió 5 tarjetas rojas, 3 de ellas el último año. Eso le cerró la puerta de la afición.

Durante los últimos partidos de Chima Ruiz, el colombiano fue resistido, abucheado y reprobado por los Incomparables. Quiñones "aguantó vara" como se dice comúnmente en tierras regias y se descargó con el segundo gol frente a León. "Aquí estoy", decía en su festejo.

Tigres tendrá un mes definitorio en el cual se jugará todo. Si vence a León, a fin de mayo disputará la Final y tendrá vía libre para meter la cabeza en su cuenta pendiente: la Liga. Con un Luis Quiñones a este nivel, para el hincha es complicado no ilusionarse.

Fotografía: Mexsport