JUEVES 18 ABRIL, 2024

Salcedo y la jerarquía

21 - enero - 2019

Carlos Salcedo llegó a la ciudad como si ya fuese un ídolo. Nada que sorprenda. Es una costumbre popular que le otorga al futbolista -cualquiera que tenga "nombre"- un aura de entrada que ni siquiera sabe si podrá retribuirle a toda la gente esos desmedidos gestos de bienvenida.

Pero ya en lo terrenal, Salcedo dice estar convencido en “ganarse un lugar" en Tigres. Sin embargo, dentro de esa descarada jerarquización que gestiona Ferretti, seguramente ya lo tenga.

Difícilmente llegue a “pelear por un puesto" en un equipo donde no existe la competencia interna, y donde ni siquiera hay opciones de variantes por más que haya suficiente espacio y material para variarle a un sistema de juego obsoleto mecanizado por los caprichos del DT.

Contra Cruz Azul quedó expuesta aún más esta teoría. Tigres, como expresión colectiva, no existió. Su propuesta fue fantasmal frente a un adversario que le obligó a reconvertirse dentro del mismo partido. No lo hizo por incapacidad, pero también por necedad de Ferretti de querer insistir en lo mismo que no resulta.

Ahí está el caso de Pizarro, a quien Ferretti le heredó la cinta de capitán de Juninho y automáticamente lo blindó para argumentarle a Dueñas que ya no tenía cabida en el equipo. Una jugada poco transparente donde el canterano fue víctima de esa jerarquización injusta y manipulada.

Pizarro quizás sea el jugador más gris que hoy tenga Tigres, pero seguirá jugando porque alguna vez fue Pizarro. Frente al Cruz Azul se paró como "5 adelantado", una función que históricamente le dio buena vida Dueñas, pero que el argentino está muy lejos de ser influyente en esa posición. Por característica y contexto.

Con Carioca como 5 natural, Pizarro flota sin ser trascendente. Su toquecito hacia el costado y hacia atrás como buscando asegurar su pase antes de arriesgarlo en algo más productivo para el equipo, no resulta.

Dueñas, en todo caso, es mucho más vertical y tiene pegada desde media distancia. Dos virtudes que Pizarro no tiene, pero que Ferretti se empecina en encontrárselas, obviamente, para no quitarlo del equipo y se le arme una bronca.

Una fecha atrás (en Tijuana), Pizarro jugó encajonado entre los centrales, pero nunca quedó claro el plan. Improvisaciones que suenan raras teniendo en cuenta el largo tiempo que este Tigres viene jugando junto.

El joven Jair Díaz estará en campo hasta que Torres Nilo regrese. Meza, hasta que Salcedo ya esté listo para entrar, y uno de los Quiñones hasta que Aquino sane. Lo demás seguirá siendo lo mismo.

Caixinha lo maniató con tres volantes, presión y un equipo recortado en longitud. Le jugó en 30 metros y hasta sin la pelota. Suficiente para enroscar a Tigres y más aún a Ferretti que, obsesionado con la jerarquización, todavía no parece entender que los rivales tienen lo que su equipo carece: variantes ajustadas al desarrollo.

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