MIÉRCOLES 24 ABRIL, 2024

Las broncas de Alonso

4 - febrero - 2019

La abundancia de jugadores de buen pie, más que una ventaja, quizás pueda ser un problema para Diego Alonso. El detalle no está en elegir bien, sino en cómo hacer funcionar mejor a Rayados.

Alonso se echó la culpa en el gol de Pumas después de una irresponsabilidad de Barovero que derivó en el gol de Iturbe.

El técnico intentó sacrificarse sin sentido. Todo mundo vio que el error inicial fue del arquero, y querer absorber esa presión no es ser autocrítico sino más bien proteccionista, con ganas de demostrar su responsabilidad en ese punto de quiebre y no en otro.

La culpa de Alonso, en todo caso, fue más grave que el gol de Pumas. De hecho, el empate llega por consecuencia directa del apático funcionamiento de Rayados que, con un hombre más, no supo -ni el equipo ni el DT- imponer condiciones desde el peso futbolístico.

Rayados tiene una variedad de jugadores importantes para hacer partidos por arriba de lo discreto. No saber aprovechar la ventaja deportiva y con un resultado a favor no es una cuestión de intentos fallidos, sino una equivocación por no intentarlo, lo que es peor.

Todo es obra de la incapacidad colectiva y del miedo a perder. Rayados entra en pánico cuando debe sostener un triunfo. El temor a no ganar le reduce la visión y le quita convicción. Se hace un equipo comercial, de bajo costo, impotente y asustado.

Y en esto tiene que ver Alonso por su pobre manejo de partido y por no saber gestionar los mensajes que le mandan desde la cancha. Sin control o sin decisión de asumir un mayor protagonismo, es probable que la defensa del resultado se vea en peligro. Sentido común, algo que este equipo no tiene en situaciones, incluso, favorables.

Rayados podrá traer a Messi, pero lo que necesita es garantizar un mejor futbol desde la idea en función de lo que tiene para hacerlo.

En ese renglón tiene que aportar más Alonso, quien por primera vez en su carrera se enfrenta a un plantel de enormes condiciones y no parece que sepa administrarlo.

Le regresó la titularidad a Pizarro y condenó al equipo a ser más pastoso. Lo quiso combinar con Meza, pero le recortó territorio y poder al argentino porque jugó en la misma línea de Pizarro, es decir, por adentro, y hubo una duplicidad por asumir ambos las mismas obligaciones.

Rayados es mucho menos vertical con Pizarro, quién con su freno de mano, atora y no resuelve. Quedó claro que es Meza o Pizarro, y la decisión de Alonso a semejante entrevero fue quitarlo a los dos. Se fue de un extremo a otro. No quiso jugar más, sino aguantar.

Con Gallardo y Vangioni, Alonso trae otra bronca, y ahora, por si esto fuera poco, trajo a Layún, un jugador que quizás no necesitaba el equipo, pero ahí está, como producto de mercadotecnia que lleva más de una semana posando para fotos y recorriendo las redes sociales para presumir el músculo.

Alonso se ha cargado de jugadores, de más obligaciones y de un gigantesco peso moral. Tanto plantel justificará más el triunfo o, si no gana nada, hará más doloroso el fracaso. Lo que sí le será imperdonable es seguir jugando mirando hacia atrás.

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